Dirige las conversaciones
¿Sabes que existen una serie de mensajes que facilitan el diálogo y otros que lo complican? Conocerlos no te garantiza el éxito en tu comunicación, pero sí te da una potente herramienta para encauzar las conversaciones de una forma constructiva.
Hoy centraremos el artículo en el primer grupo de esos mensajes, a los que llamaremos MENSAJES FACILITADORES.
Como nos enseña la PNL (Programación Neurolingüística), el mapa no es el territorio o, dicho de otra forma, las presunciones son malas consejeras. No debemos pensar que nuestros interlocutores nos pueden leer el pensamiento y saben lo que realmente queremos decirles.
Para ello, existen formas en la conversación que aclaran esas intenciones:
- Declaraciones de deseo : “Me gustaría que hicieras esto”
- Declaraciones de sentimiento: “Cuando me abrazaste, me sentí mucho más tranquilo”
- Declaraciones de agrado y desagrado: “Me gustó que cogieras confianza y empezaras a jugar”
También hay formas que permiten comunicar al interlocutor impresiones o percepciones propias, para comprobar la comprensión del mensaje: “¿Quieres decir que te gustaría estar solo un rato?
Otra forma que anima a la participación en el intercambio es el uso de preguntas abiertas: ¿Cómo es tu trabajo?
Existen ocasiones en las que para seguir la comunicación hay que hacer preguntas directas: ¿Cuánto duró el viaje?
Es aconsejable ir alternando preguntas abiertas y cerradas según discurra la conversación para centrar los temas (preguntas cerradas) o animar a la participación y a que el interlocutor se exprese (preguntas abiertas).
En el caso de discusiones, puede funcionar el uso del acuerdo parcial:
- ¿A eso llamas música alta? No tiene nada de alta.
- Puede que no sea alta, pero aún así te pido que la bajes.
Una petición de concreción durante una discusión puede aclarar muchas cosas y acortar el tiempo de las diferencias:
- No tienes sentido común.
- ¿Hay algo que yo haya hecho y no te agrade?
En todos los intercambios entre personas, estamos negociando de una u otra forma. Muchas veces corresponde mandar algo. Aún así, siempre que sea posible y si queremos mantener un clima lo más cordial posible, hay que dejar un margen a nuestro interlocutor. Para ello sirve la presentación de opciones y elección, que puede ser lo compleja que queramos, pero que al final tiene una parte obligatoria y otra de elección de la otra persona: “Tiene que estar esta semana sin falta. Dime ¿qué día nos lo vas a entregar?”
En ocasiones, una forma de bajar las defensas del interlocutor es el uso de una confidencia personal: “Te confesaré que a mí también siguen gustándome las películas de indios y vaqueros. Me recuerdan a las tardes que las veía con mi padre”.
Y sobre todo, nuestro lenguaje verbal y el no verbal deben ser congruentes. No podemos decir que estamos muy contentos de ver a alguien sin levantar la vista del documento que estamos leyendo.