El Monstruo interior
Durante el curso de Coaching, se tocan algunos puntos de la inteligencia emocional, que nos acercan a la auto-conciencia y la autorregulación de las emociones básicas que nos dominan en momentos difíciles, como la tristeza, el miedo, la rabia y la falsa euforia.
Ante situaciones adversas, estos sentimientos se disparan en nuestro interior como una pequeña criatura que empieza a crecer rápidamente y pronto se apodera de nosotros hasta volverse incontrolable.
Es lo que la inteligencia emocional define como el “monstruo interior”, un ser al que debemos identificar cuando se despierta y observar de qué manera nos afecta en nuestra vida, ya sea en nuestra toma de decisiones, alcance de objetivos o resolución de diversos problemas.
Una vez encontrado nuestro “monstruo”, enumeremos qué cosas hacen que crezca, qué provoca que se dispare y se alimente hasta poseernos.
Después pensemos qué acciones desaniman a la “bestia” e inducen a que disminuya y cada vez se haga más pequeño.
Haremos esto para que, cuando aparezca este ser, lo tengamos identificado y lo podremos ver como un cuerpo extraño dentro de nosotros, que quedó al descubierto y que ya sabemos muy bien sus fortalezas para evitar alimentarlo y también sus debilidades, para atacarlo hasta que desaparezca, así por ejemplo, si nuestro “monstruo” es la rabia, que crece cuando se levanta la voz en una conversación y que disminuye si respiramos, nos sentamos y pensamos en lo positivo de llegar a un acuerdo, podremos empezar bajando el tono de la discusión y seguir los pasos que nosotros mismos enumeramos anteriormente, así no solo detenemos la expansión de la “bestia” que desea apoderarnos, sino que lo atacamos haciendo que retroceda, volviéndose cada vez más pequeño hasta que simplemente desaparezca.
El autocontrol es la herramienta clave para tomar las riendas de nuestras emociones, llevarlas conscientemente al lugar donde queramos y desde allí, tener un panorama claro de nuestros objetivos para ir a por ellos.
Mauricio Bustamante
Coach Certificado Mens Venilia